viernes, 31 de mayo de 2013

TARDES DE CINE (II): DULAINE

Y hoy le toca el turno al segundo de nuestros profesores de película: Pierre Dulaine. Hay que resaltar que, a diferencia del Profesor Holland, Pierre Dulaine es un personaje real: un profesor de baile que propició la aparición de toda una serie de programas gratuitos de baile para los alumnos más conflictivos de los institutos de Nueva York. 


Estamos ante una película que a simple vista parece una película de baile, un ejercicio artístico capitaneado por el polifacético Antonio Banderas. Sin embargo, solo hay que rascar un poco para ver que su propósito es diferente. Esta película habla de educación, pero no de cómo enseñar lengua y literatura o matemáticas, sino de la educación en actitudes, valores y normas, algo necesario en la educación y que cualquier profesor debe tener en cuenta, pues se trata de una materia transversal, que atraviesa todo el currículum y que es absolutamente necesaria para formar a sus alumnos.


Dulaine se ofrece para dar clases en un instituto de los más conflictivos de Nueva York porque está convencido del poder de su disciplina (los bailes de salón) para inculcar a los chicos una educación en valores y normas.

La primera clase es un fracaso. Los alumnos simplemente deciden abandonarla y Dulaine no reacciona, ellos se resisten al baile de salón porque lo ven como algo anticuado y cursi. Y cuando ya cree que no podrá hacerse con ellos, Dulaine descubre la clave: vincular lo que pretende enseñarles con los gustos de los alumnos. Aquí tenemos una de las claves de la educación: la MOTIVACIÓN. Para los alumnos de Dulaine, la motivación vendrá de la mano de la sensualidad del baile y del aliciente del premio de 5000 dólares del concurso de baile que se celebra en la ciudad a finales del curso.


Esta es la forma de Dulaine de mostrarles la sensualidad del baile: el TANGO


Los alumnos, además, van tomando progresivamente confianza con su profesor, otro punto clave para la educación en general, y para la educación en valores que Dulaine pretende inculcarles en particular. Prueba de ello son las conversaciones privadas que tiene con diferentes alumnos, en las cuales éstos le cuentan sus problemas e intentan que él les ayude. Él lo intenta en la medida de lo posible, haciéndoles reflexionar para que ellos mismos lleguen a sus propias conclusiones y elijan el camino correcto.

Dulaine bailando con la Directora
Un punto que llama la atención en esta película es el contraste entre la actitud de Dulaine hacia la educación y la actitud del resto de profesores del centro. En primer lugar, la directora accede a que Dulaine empiece sus clases porque lo considera un castigo para los alumnos conflictivos, y no porque crea que el baile pueda suponer un aprendizaje positivo para ellos.

Pero eso no es todo… los profesores se oponen a las clases de baile, pues consideran que los alumnos deberían mejorar en matemáticas o lengua, y no aprender bailes de salón. Por ello, se convoca una reunión para tratar esta cuestión con los padres, y el profesor que más se había quejado expone su opinión, afirmando que es poco práctico que los alumnos aprendan bailes de salón, porque cree que es algo que no van a usar nunca. Dulaine responde lo siguiente: 
“Lo que es poco práctico es crear una línea divisoria y que algunos chicos tengan derecho a aprender arte justamente en su tiempo y otros no. […] Hacer algo, lo que sea, es difícil. Es más fácil culpar a tu padre, a tu madre, al entorno, al gobierno, a la falta de dinero… Pero aunque encuentres algo o alguien a quien culpar, eso no hace que desaparezcan los problemas”

Tras esto, solicita a la directora que dé unos pasos de baile con él y después, ante las caras de extrañeza de los padres explica: 
“Verán, si ella deja que la guíe es que confía en mí. Pero además, confía en sí misma. Bien, si su hija de 16 años se siente fuerte y segura y confía en sí misma, ¿creen que es posible que algún idiota la deje embarazada? Y si su hijo aprende a tocar a una chica con respeto, ¿cómo tratará a las mujeres a lo largo de su vida? Señoras y señores, eso es lo que yo hago aquí en este instituto: enseño baile, y con ello, las normas que enseñarán a sus hijos el respeto, el trabajo en equipo y la dignidad. Y eso les ayudará a darles una visión del futuro que no les abandonará, una visión del futuro que siempre tendrán”.

Aplicando esta doctrina de educación en valores, los alumnos no solo aprenden bailes de salón,  aprenden también a trabajar en equipo, a respetarse a sí mismos y a los demás, aprenden a disipar el clima de violencia y odio que domina sus vidas (estamos en un ambiente marginal: drogas, prostitución, ajustes de cuentas, bandas callejeras, problemas familiares…).

Y llega la ansiada competición, donde los alumnos sorprenden a todos los presentes con su estilo. Aunque eso no evita que poco a poco vayan eliminando a todas las parejas. Sin embargo, dos de los alumnos (Sasha y Dan) consiguen llegar a la final, en la que compiten contra una pareja de alto nivel. Sasha cree que no podrán hacer nada para estar a la altura y Dan le dice: 
“No te preocupes por lo que ellos sepan y bailemos como nosotros sabemos”
Y entonces habla con Key, uno de sus compañeros, para que participe también en la actuación. El resultado es un tango a tres estupendo, que deja a todo el público boquiabierto.

El resultado, pues, tras todo el proceso de enseñanza/aprendizaje que dirige el profesor de baile y en el que sus alumnos acaban gustosamente inmersos es una mejora notable de la propia autoestima, de los valores que tenían, de sus actitudes frente a los problemas y el mundo, y un cambio de actitud en lo referente a la educación, la escuela, la disciplina y en cómo orientar su propia vida. Recordemos que la película está basada en hechos reales y que el personaje de Pierre Dulaine es completamente real. De hecho, los programas de baile en los institutos de Nueva York y de muchas otras ciudades de Estados Unidos funcionan a partir del que Dulaine creó, y está comprobado que los alumnos que asisten a dichos programas mejoran en muchos aspectos de su educación. 

Podríamos decir que Dulaine, el baile y su mente innovadora obraron el milagro, y lograron convertir a los patitos feos del instituto en unos bellísimos cisnes.


El tango a tres de la competición 


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