… ¿MITO O REALIDAD?
Si atendemos
a lo que nos dice la RAE, innovación es
Esto, aplicado a la educación, supone innovar en las
técnicas de enseñanza-aprendizaje, en la metodología, en la manera en que transmitimos
a nuestros alumnos los conocimientos, o les inculcamos valores y normas. Habitualmente
se asocia con la renovación pedagógica, con el cambio y la mejora. Sin embargo,
hay que tener en cuenta que no todo cambio implica necesariamente una mejora. Fullan y Hargreaves (1992) consideran que
“conseguir la mejora de la escuela depende de la comprensión del problema que implica el cambio en la práctica y del desarrollo de las estrategias correspondientes para producir reformas ventajosas”.
Para Jaume Carbonell (2001):
“Se trata de asociar, en un mismo acto de significado y en cualquier propuesta educativa, el conocimiento con el afecto, el pensamiento con los sentimientos, el razonamiento con la moralidad, lo académico con lo personal, los aprendizajes con los valores.”
Esta es una visión de la innovación enfocada
desde las inteligencias múltiples de Gardner.
En el mismo trabajo de 2001 Carbonell aporta las
siguientes premisas sobre la innovación, con las que esencialmente estamos de
acuerdo:
- El cambio y la innovación son experiencias personales que
adquieren un significado particular en la práctica, ya que aquella debe
atender tanto los intereses colectivos como los individuales.
- La innovación permite establecer relaciones significativas entre
distintos saberes de manera progresiva para ir adquiriendo una perspectiva
más elaborada y compleja de la realidad.
- La innovación trata de convertir las escuelas en lugares más democráticos,
atractivos y estimulantes.
- La innovación trata de provocar la reflexión teórica sobre las
vivencias, experiencias e interacciones en el aula.
- La innovación rompe con la clásica escisión entre concepción y ejecución,
una división propia del mundo del trabajo y muy arraigada en la escuela
mediante el saber del experto y el “no saber” del profesorado, mero
aplicador de las propuestas recetas que le dictan.
- La innovación amplía el ámbito de autonomía pedagógica – que no socioeconómica
– de los centros y del profesorado.
- La innovación apela a las razones y fines de la educación y a su continuo
replanteamiento en función de los contextos específicos y cambiantes.
- La innovación no se emprende nunca desde el aislamiento y la
soledad sino desde el intercambio y la cooperación permanente como fuente
de contraste y enriquecimiento.
- La innovación trata de traducir ideas en la práctica cotidiana,
pero sin olvidarse nunca de la teoría, conceptos ambos indisociados.
- La innovación hace que afloren deseos, inquietudes e intereses
ocultos – o que habitualmente pasan desapercibidos – en el alumnado.
- La innovación facilita la adquisición del conocimiento, pero también
la comprensión de lo que da sentido al conocimiento.
- La innovación es conflictiva y genera un foco de agitación intelectual
permanente.
- En la innovación no hay instrucción sin educación, algo que, quizá
por obvio y esencial, se olvida con demasiada frecuencia.
Todo esto es aplicable a las distintas disciplinas
que se imparten en un instituto. Es decir, la innovación es algo que atañe a
todo el cuerpo docente, tanto el profesor de lengua como el de música o el de matemáticas
pueden (y tal vez deberían) innovar.
Ahora bien... ¿se tiene en cuenta la innovación en los institutos? ¿Hay innovación real o se trata solo de algo más bien teórico y abstracto?
A lo largo de los siguientes posts reflexionaremos sobre qué es la innovación, cómo son los alumnos a los que se enfrenta un profesor innovador y otras cuestiones.
Ahora bien... ¿se tiene en cuenta la innovación en los institutos? ¿Hay innovación real o se trata solo de algo más bien teórico y abstracto?
A lo largo de los siguientes posts reflexionaremos sobre qué es la innovación, cómo son los alumnos a los que se enfrenta un profesor innovador y otras cuestiones.
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